En las últimas semanas, es uno de los leitmotivos que comienzo a oír más y más frecuentemente. Una de las curiosidades, un secreto a voces. Aquellos que lo saben no lo dicen, algunos por amistad y por respeto a una decisión personal, otros porque las mejores teorías de la conspiración se pueden desarrollar cuando hay una ecuación con un elemento desconocido. Aquellos que no lo saben, expresan hipótesis para convencer
Entonces, ¿quién es Hermana Spes?
Hermana Spes es toda voz que quiere ser escuchada por lo que dice, y no por quién es, por la logia de donde viene, por el currículum masónico o profano, por sus amistades o reservas. Hermana Spes es todo aquel que quiere decir lo que piensa y valora el libre pensamiento, la libertad de conciencia, la fraternidad y el diálogo.
Hermana Spes es todo aquel que comete errores, que se equivoca, que cae mil veces y se levanta mil y una.
Hermana Spes son todas las sonrisas y los abrazos sinceros que ofrecemos a un Hermano o a una Hermana que no conocemos, en lugar de ceder a la tentación de juzgar y escuchar lo que se dice en los Pasos Perdidos.
Hermana Spes es todo aquel que cree con todas sus fuerzas y a pesar de todas las desilusiones, que la Masonería es un viaje en el País de las Maravillas y que este país lo podemos encontrar en nosotros mismos y en el abrazo de nuestros Hermanos.
Hermana Spes es todo aquel que cree que la libertad y la igualdad tienen sentido solo si están abrazadas por la fraternidad.
Hermana Spes es todo aquel que no tiene miedo de ser diferente, raro, incomprendido, solo, aquel que no puede encajar en un patrón y ni siquiera lo intenta.
Hermana Spes es todo aquel que no se avergüenza de seguir siendo enamorado de los cuentos de hadas y de las historias para niños.
Hermana Spes es todo aquel que viaja bajo los auspicios de la Esperanza hacia la Luz y el Amor que nunca cae.
Hermana Spes es todo aquel que cree que la fuerza más grande de este universo es el Amor.
Por eso he decidido escribir bajo un seudónimo. Para que cada Hermana y cada Hermano de esta cadena de unión, de la cual todos somos eslabones, pueda mirar su espejo interior y ver que ella o él es Hermana Spes.
Para no ser una cara, sino una voz. Mi voz, pero también la tuya.
"Como el sol, como la luna, como el agua, como el oro, sé limpio y brillante y refleja lo que está en tu corazón" (mensaje escrito en un espejo de Hanoi).
El otoño trae consigo la alegría de los nuevos comienzos: la alegría de la reanudación de los trabajos en la logia y el regreso a nuestros talleres, abrazando a nuestros hermanos, y continuando el camino simbólico después del merecido descanso, con fuerza y vigor. Hay muchas cosas que se pueden decir sobre la simbólica de la reanudación y el entusiasmo de un nuevo comienzo, pero para mí lo esencial se concentra en una frase que dice el Orador en el ritual de Reanudación: "Concentrémonos en la Luz".
¿Por qué? Porque solo de esta manera podemos seguir nuestro camino sin estar contaminados por las pasiones profanas, solo de esta manera podemos encontrar la "ocultum lapidem" que nos presenta el VITRIOL, solo de esta manera podemos vivir la fraternidad. Y esto es así porque incluso cuando las pasiones profanas nos dominan, incluso cuando nos sentimos tristes y agotados por los golpes de la vida, incluso cuando tenemos opiniones diversas de nuestros hermanos, llegando a veces al borde del conflicto o la tensión que no hace más que amargar nuestros corazones, al mirar la luz de nuestro hermano nos ayuda a transformar nuestra mirada profana en mirada simbólica. Concentrémonos en la Luz de nuestros hermanos y veremos cómo esta luz brillará con aún más fuerza. Concentrémonos en la Luz de nuestro hermano y llegaremos a encontrar la Luz que tenemos dentro de nosotros mismos.
Porque nosotros mismos somos espejos que reflejan la Luz y reflejan al otro; somos el espejo de nuestra logia y nuestra logia es nuestro espejo. Y si hablamos del espejo, dediquémonos a desarrollar nuestros trabajos de este año siguiendo la regla del espejo: cuando das un paso hacia el otro, el otro da un paso hacia ti. Recordemos siempre quiénes somos y para qué somos llamados: somos masones y estamos llamados, en lo más profundo de nosotros mismos, a hacer lo que hicieron los poetas simbolistas: escuchar imágenes y ver sonidos, tocar sabores y probar sensaciones.
En otras palabras, armonizar nuestros sentidos, dominar nuestros vicios y buscar la belleza. Antes de unirme a la masonería, siempre pensé que debe haber un espacio, como intuyó Platón en el "Hipias Mayor", su diálogo sobre la belleza, algo común entre la vista y el oído, lo visual y lo musical, lo simbólico y lo material; este espacio es la masonería.
Concentrémonos en la Luz, QQ:. HH:. ¡En esta luz "que brilla en las tinieblas y las tinieblas no han podido apagarla".
« El mundo sufre de injusticia, es verdad. Sufre aún más la falta de amor, de humanidad, de fraternidad. El sentimiento de fraternidad por el hecho de que marchamos por miles en un tiempo rápido mientras portamos armas es a mis ojos inadmisible.» (Hermann Hesse)
Non solo que puede, pero debe.
Yo soy una soñadora, y lo confieso antes de comenzar a leer esta plancha, por no crear falsas expectaciones; entre en la masonería por dos cosas – porque imaginaba que es un tipo de alta formación en filosofía y simbolismo, y porque sabía que la fraternidad era un principio fundamental. Esos dos argumentos fueron esenciales.
En el trinomio libertad - igualdad- fraternidad, muchas veces esta última queda casi olvidada.
Hemos hecho guerras y revoluciones por la libertad, Camus decía que toda la historia de la humanidad es la historia de la libertad. Podríamos añadir que es también una lucha para eliminar las desigualdades, pero ¿la fraternidad? ¿Dónde la dejamos? ¿En fórmulas de cierre de mensajes? ¿La aislamos en el triple abrazo fraterno? ¿En los mensajes diplomáticos? ¿La cerramos en el templo, al lado del libro sagrado, al pie del altar de los juramentos?
¿Es la fraternidad algo que recibimos? ¿Es algo que logramos? ¿Es el tal „algo” que estamos buscando todos? ¿Es algo que esperamos de los demás? Si pensamos en la moral cristiana, sabemos que Jesús dijo: buscad la verdad y la verdad os hará libres. En el plan masónico, la verdad a menudo se asocia con la luz.
Recibir la luz nos hace libres, libres de los prejuicios del vulgo. Por tanto, depende de nosotros como elegimos a actuar en este espacio la libertad. Recibir luz nos pone también en pie de igualdad, pero, aunque la luz es la misma, el receptor es diferente, así que, aunque recibamos la misma luz, la personificamos de manera diferente, la multiplicamos y la reflejamos de manera diferente. Por tanto, la igualdad reside en el proceso, no en los destinatarios del proceso. Y recibir la luz, nos hace hermanos entre nosotros. Así que la luz, la verdad es en el mismo tiempo el catalizador esencial de la fraternidad.
Una hermana aprendiz me ha preguntado hace poco tiempo si esta orden – libertad, igualdad, fraternidad - implica una jerarquía entre los tres. Si la libertad es „la reina” y la fraternidad, la Cenicienta. He pensado en eso y tengo que reconocer que esta es la percepción de muchos hermanos; si, nos llamamos hermanos, pero a veces la fraternidad es solo una palabra portada del viento.
Y aquí hay algo que yo considero importante: si la libertad y la igualdad quedan principios abstractos, la fraternidad es diferente, porque tiene siempre una cara humana. Tiene la cara del hermano que nos apoya cuando caímos, que nos comprende cuando ni siquiera nosotros no nos comprendemos, que nos dan la mano cuando frente de nosotros se abre el vacío, que nos miran en los ojos cuando tratamos de escondernos y cuando sentimos que no podemos hacer ningún paso más, cuando no tenemos fuerza ni siquiera para hablar. Eso hermano no nos levanta, no nos recita discursos. NO. Se sienta a nuestro lado. Se sienta, sin almohada, sin alfombra, sin miedo a ensuciarse, a veces en el polvo o incluso en el barro de nuestra existencia. Y tiene paciencia. No nos apura, no nos obliga. De vez en cuando trata de hacernos sonreír. Está esperando. Callado y tranquillo, como si el tiempo se hubiera detenido. Y cuando siente que hemos ganado un poco de fuerza, no se levanta delante de nosotros, no, nos toma de las manos y se levanta al mismo tiempo con nosotros. Todavía tiene rastros de polvo y barro en sus ropas, el mundo lo mira con recelo y desdén, pero a él no lo importa. Nos acompaña hasta que siente que podemos caminar solos, sin caer al vacío.
Eso es la fraternidad. Y ella tiene siempre un rostro. Para cada uno de nosotros, la fraternidad tiene un rostro humano, o varios. Para mí al menos, definitivamente - algunos de ellos los veo hoy, aquí. Y si somos bendecidos, la fraternidad tiene la forma de toda una logia.
¿Puede aún la fraternidad en estos tiempos salvar la humanidad?
Cuando he comenzado a trabajar el tema, he pensado: ¿cómo imagino yo la fraternidad? ¿En el plano simbólico, con que puedo asimilar la fraternidad? Y, porque - parafraseando el Eclesiástico – los caminos del subconsciente son misteriosas, la primera cosa que me vino en la mente fue, in una manera muy curios, el labirinto. Después, trate de explicármelo – porque esto hacemos nosotros como masones, nos complicamos las vidas buscando por símbolos en todo lugar, para que después pasar toda una vida buscando por el significado de esos símbolos.
Así que he pensado un poco al labirinto y a su relación con la fraternidad. Me parece que el laberinto es el elogio que el caos trae a la razón constructiva, así como la fraternidad es el elogio que la individualidad trae al amor por el prójimo. Sólo el laberinto puede reducirse a un punto, al mismo tiempo que te prohíbe saber dónde estás y cuándo estás, en la misma manera in cual, solo la fraternidad puede reducirse a la ser del hermano. La hipérbole del espacio y el tiempo, en el laberinto, precisamente el espacio y el tiempo están abolidos para nosotros. Estamos solos con nuestro interior, con nuestra alma y con nuestro hermano.
Y me acordé de un cuento de Borges, „Los dos reyes y los dos laberintos”, que habla de un rey de Babilonia, que tiene el orgullo de construir un laberinto invencible, un desafío a la divinidad por su complejidad. Teniendo a otro rey árabe como invitado, para burlarse de él lo hace entrar en el laberinto, pero él logra finalmente salir y le dice al rey de Babilonia que tiene un laberinto mucho más complicado a su casa. Una vez de vuelta en su tierra natal, reúne al ejército, invade Babilonia, la destruye y toma prisionero al orgulloso rey. Luego, lo lleva al medio del desierto, lo desata y lo abandona allí, solo, diciéndole: „mi laberinto no tiene escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni muros que detengan su paso, ni pasillos que cansen tus pasos". Estas solo en el desierto, teniendo in teoría la libertad absoluta de salir.
Dirás, ¿dónde está la fraternidad aquí? O mejor dicho donde no está. No hay fraternidad cuando creamos nuestro hermano en un labirinto solo para la satisfacción de nuestro ego y nuestras ambiciones y no la encontramos en la espesura del desierto. Porque cuando no tenemos puertas que forzar, pasillos que transitar, portones que abrir, muros que escalar, cuando nos encontramos solos con nosotros mismos, después de habernos dedicado exclusivamente a nuestra propia persona, tratando de encerrar a nuestro hermano en un laberinto, del que no pueda salir, para enorgullecernos de nuestra singularidad y superioridad, nos damos cuenta de que tal vida, sin la presencia de una alteridad, sin el consuelo del prójimo, sin la calor de un alma, es un desierto. Un alma que no cultiva la fraternidad es una prisión sin puertas ni muros, es un desierto de desesperación, es un laberinto de su propia desolación. Vanitas vanitatum et omnia vanitas.
La fraternidad es la primera en aparecer en el Jardín del Edén. Dios ofrece a Adán, en estado de pureza paradisíaca, una compaña, un alter ego, porque "no está bien que el hombre esté solo".
Ahora bien, si en la perfección de la pureza, cuando el hombre no necesitaba nada, el Creador considera que hay la necesidad de un prójimo, ¿no necesitamos aún más las fraternidades ahora, cuando la humanidad parece un valle de lamentaciones?
¿Puede aún la fraternidad en estos tiempos salvar la humanidad?
Si, pero solo si nosotros la mantenemos viva en nuestro interior. Porque no hay nada más triste que la muerte de la fraternidad en un corazón, en un hermano, en una logia y después… en el mundo entero.
¿Cuándo muere la fraternidad? Os podéis preguntar. Cuando nos olvidamos de mirar hacia el otro. Cuando pensamos solo en nosotros y ni si quiera tenemos los ojos abiertos para ver nuestros hermanos.
Hay un filósofo alemán, Gunther Anders que dice, en su obra „La obsolescencia del hombre”[1], que el desarrollo de los medios dio origen al prototipo del ermitaño masivo. Todos somos millones y millones de ermitaños en masa, para quienes nuestro propio dolor de muelas es más grave que una catástrofe natural en Asia, cuyas devastadoras imágenes se despliegan ante nuestros ojos, aparentemente dominadas por la palabra ``conectar'', pero en realidad, más solas que nunca. Esto es fraternidad agonizante.
Pero la fraternidad también muere cuando nos falta un lenguaje que podría haber sido un puente al corazón de nuestro hermano, a la comunicación con él y no lo es. O, mejor dicho, cuando construimos con el lenguaje del fracaso. Hablamos, instrumentalizamos el lenguaje, pero olvidamos que su función es solo subsidiaria: no nos comunicamos con nuestro hermano con una multitud de palabras. Si el lenguaje verbal hubiera sido la piedra angular de la perfecta comunicación y entendimiento entre las personas, Dios no habría mezclado lenguas en la Torre de Babel. La mezcla de idiomas era la forma de decir de la Divinidad - no tenéis la profundidad necesaria para entenderos así que cuando de verdad construís algo tan grande - os fiais de la forma - el lenguaje - y os olvidáis de la sustancia - el corazón. De hecho, la Torre de Babel no fue tanto un castigo como la primera bendición de la que el hombre tiene así la oportunidad de reconstruirse sobre la tierra y reconstruir el edificio agrietado de la fraternidad a través del lenguaje.
Wittgenstein, en el Tractatus logico-philosophicus, dice algo de sorprendente profundidad "sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar".
Hablamos tanto, y con todo esto nuestro hermano sufre de soledad ¿Por qué? Porque la fraternidad no es frívola, la fraternidad también significa sentarse al lado del otro cuando sentimos que le cuesta y abrazar su alma, en silencio. No le digamos que estará bien, porque cuando la inminencia de cosas malas es evidente, puede profundizar su sufrimiento. La fraternidad en este momento significa simplemente, SER.
La palabra es muchas veces el arma homicida cuando nos encontramos ante un caso de muerte sospechosa de fraternidad. ¿Por qué? Porque la palabra, como elemento fundamental del acto creador del habla que da vida a la idea y al sentimiento que hasta entonces estaban ocultos en el corazón humano, no es en modo alguno un simple discurso, es una experiencia que, para situarse en el paradigma de la fraternidad, debe tener la capacidad de iluminar con la luz del amor que brota del ser de quien la pronuncia, hacia su hermano. La palabra es el acto. El acto puro. La época crucial en la que vivimos está sumida en la desesperación de sentirse ella misma derrumbándose en el abismo entre la palabra y su sentido perdido. Brillantes obras, desde Joyce, Ionesco y Camus hasta Beckett y Gombrowicz, se han escrito sobre esta caída, la más importante desde la caída del paraíso y quizás simbólicamente reflejándola.
Y si analizamos retrospectivamente, la primera fisura en la construcción de la fraternidad aparece cuando Adán echa la culpa de la desobediencia a Eva. La fraternidad no puede existir "a distancia". Y aquí no me refiero a la distancia geográfica, sino a la cercanía espiritual. Porque la fraternidad implica Diálogo. Con sus dificultades, con sus contradicciones, pero diálogo. Y el verdadero diálogo presupone cercanía. De lo contrario, tenemos dos monólogos paralelos que pierden la esencia misma de la fraternidad. El diálogo con el Otro será siempre cercano, expresión indecisa de la sorpresa en sí misma. No hay un conocimiento real del otro, solo una aproximación demasiado vaga a través de la inclusión en patrones, estacionarios en lo conocido.
El otro siempre sorprende. Y el único camino posible es instalarme en una apertura preparatoria capaz de recibir esta sorpresa. De hecho, la fraternidad se trata principalmente de conocimiento. Entonces, significa amor. No aceptación. La aceptación tiene en sí misma una nota de superioridad en el tono: te acepto, desde lo alto de mi ser. En latín, aceptación viene del verbo accipio, accipere, recibir. Pero a lo largo de los siglos, hemos pasado de acoger al otro con nosotros, en nuestro corazón, a aceptarlo. Muchas veces lo digo y lo diré ahora, a riesgo de que se malinterprete y quizás que la tolerancia no sea una virtud masónica. ¿Por qué?
El diccionario lo define como “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.
O, ¿qué es el masón? Igualmente, amigo de ricos y de pobres, si son virtuosos. Hermano con el que está a su lado. Y los hermanos se aman, aunque no compartimos las mismas opiniones, principios de vida, aunque nos están hiriendo a veces, pero los amamos, no los toleramos.
El cristianismo no nos enseña a tolerar al prójimo, el cristianismo nos invita a amar al prójimo. La tolerancia es una des-situación del problema, es un frío respeto, es deferencia. Fraternidad significa amor, significa co-situación en la realidad del otro, incluso del que es fundamentalmente diferente de nosotros, o especialmente de él. Por supuesto, la tolerancia es indispensable. Pero es el mínimo de lo que podemos hacer, no el máximo. La fraternidad no es un sentimiento que se manifiesta sólo en la logia. ¿O tal vez aspiramos a la libertad solo en la logia? ¿Queremos igualdad solo en la logia? Yo creo que no…
De hecho, ¿de dónde viene el impulso de conocer al otro? Tal vez incluso por el deseo de encontrar el camino de regreso a nosotros. Y al no poder acceder directamente a nosotros mismos, a nuestro centro, a veces el camino desviado por el otro nos cansa lo suficiente como para dejar de insistir. La otra persona se convierte, involuntariamente, en el espejo condescendiente. Tratamiento del egocentrismo. Descubrimos entonces que el diálogo es una operación similar a la minería, a través de la catábasis y del aporte energético que eventualmente producirá la luz. Así que la sorpresa que es el otro tiene al menos el mérito de mantener despierto mi espíritu y mi corazón. El diálogo, como herramienta de fraternidad, es el modo de ser de la mirada vigilante. De la mirada que ve.
« On est un peu seul dans le désert... - - On est seul aussi chez les hommes... » Famoso diálogo que el Principito de Exupéry tiene con el serpiente. ¿Qué es la fraternidad sino ese vínculo que hace que ya no estemos solos cuando estamos entre la gente?
¿Puede aún la fraternidad en estos tiempos salvar la humanidad?
Si. Y Parafraseando Neruda, diré- “si nada nos puede salvar de la muerte, al menos que la fraternidad nos salva de la vida”.
[1] Gunther Andres, La obsolescencia del hombre: Sobre la destrucción de la vida en la época de la tercera revolución industrial, edicion Pre-Textos, Febrero 2011.
Existen más de cien definiciones del concepto de "cultura". Sin embargo, podemos decir que es una configuración de visiones, actitudes y valores del mundo, compartidos por un grupo de personas. Estos elementos se distinguen de los de otro grupo y se transmiten de generación en generación a través de la socialización. La cultura es dinámica, ya que no se detiene en el tiempo; sigue los cambios en la sociedad y en su entorno.
La cultura ha dado forma a imperios. Tomemos el ejemplo del Imperio Romano y veremos algo: ese imperio creado por conquistas militares de César, Augusto, Trajano, ya no existe hoy. El imperio que los romanos construyeron a través de armas, civilización y administración romana ya no está. Ya no tenemos pretorianos en Galia y Britania, ya no tenemos legiones, ni provincias romanas, y los castros son ahora ruinas, por supuesto, con valor histórico, pero ruinas. La fase de máxima expansión alcanzada durante el reinado de Trajano significaba que la Pax Romana cubría 5 millones de kilómetros cuadrados en el año 117, que representaba el 3,36% de la superficie del mundo. El imperio abarcaba territorios de Europa, el norte de África y el Medio Oriente. Inmenso para esa época, así es. Sin embargo, me atrevo a decir que apenas hoy podemos llamarlo "imperium sine fine" ("imperio sin fin"), pero desde la perspectiva de la cultura, administrativamente ya no existe, pero culturalmente, su historia según Tito Livio, las Meditaciones de Marco Aurelio, los poemas de Horacio, las Metamorfosis de Ovidio, los discursos y la filosofía de Cicerón, han llegado a todos los rincones del mundo, superando cualquier muralla, cualquier fortaleza y cualquier sistema de defensa.
Se dice que la cultura es una manifestación de la memoria social colectiva. Precede al libro y sobrevivirá a las enciclopedias virtuales. Desde este punto de vista, está más allá del tiempo y representa la permanencia del conocimiento. El progreso de la sociedad es como la respiración. La cultura ha sido testigo, motor, objetivo, musa, herramienta e instrumento de este progreso. No negamos ni simplificamos la contribución de la investigación, la ciencia y el estudio en general al progreso de la sociedad, pero la cultura ha tenido un impacto determinante. Hasta el siglo XIX, el hombre dominaba las herramientas. El resultado del trabajo era suficiente para él, su familia y la sociedad. Sin embargo, llegó el momento natural en que las herramientas se perfeccionaron tanto que la producción superó las posibilidades de consumo, surgió la posibilidad de renovación y diversificación del consumo. El hombre se convirtió en un dios y un esclavo del consumo. Consume todo a gran velocidad. No es creador de arte, sino consumidor de arte, y las tecnologías han potenciado este efecto devastador, convirtiendo al hombre en un ermitaño de masas.
En este contexto, ubicamos la discusión de hoy sobre la cultura y su importancia crucial en la evolución y existencia de la masonería.
¿Por qué la llamamos el pilar invisible? Porque la masonería, según nos dicen los rituales, se basa en 3 pilares principales: sabiduría, fuerza y belleza. Para el aprendiz recién iniciado, puede parecer contra-intuitivo hablar de 3 pilares en lugar de 4. Según la lógica profana, un edificio necesitaría 4 pilares. Sin embargo, el hecho de que no lo veamos no significa que no exista. La literatura exegética masónica ha interpretado que son 3 y no 4 pilares porque de lo contrario cerrarían el juego simbólico y pondrían límites donde no pueden existir, deslizándose hacia la unificación y el dogmatismo. Sin embargo, tiendo a creer que cada uno de nosotros completa ese cuarto pilar en función de nuestro propio ser, de la piedra que estamos puliendo, de cómo vemos la construcción de nuestro templo interior.
Para mí, este cuarto pilar es la cultura, un pilar invisible pero omnipresente, que nos ayuda a comprender cómo pulir la piedra bruta.
Albert Pike dijo en "Moral y Dogma del Rito Escocés Antiguo y Aceptado": "Lecciones rudimentarias de arquitectura, algunas máximas morales universalmente aceptadas, algunas tradiciones sin importancia cuyo verdadero significado es desconocido o mal entendido, todas estas no satisfarán al buscador serio de la verdad masónica". La verdad de esta afirmación es innegable, ya que el "buscador de la verdad masónica" estará siempre en un continuo cuestionamiento, en una continua evolución y revolución de sí mismo, en un descubrimiento continuo, precisamente para alcanzar el equilibrio y el conocimiento. Las verdades reveladas por la masonería se encuentran en sus símbolos, y el significado de los símbolos revela una filosofía profunda y una ciencia universal que nunca han sido superadas por el hombre.
Toda la esencia de la masonería es la historia de una búsqueda: el profano llama a la puerta del templo, pero cuando se le abre, no llega a su destino, sino que, por el contrario, es entonces cuando comienza su búsqueda. Y las búsquedas tienen tantas formas y dimensiones como almas. Por supuesto, los valores y principios son comunes, pero cada uno tiene su propia experiencia.
Y el Arte Real es el que expresa todos los puntos de referencia del hombre que se embarca en la búsqueda de la verdad y del ideal, desde adentro hacia afuera, para no convertirse en un don Quijote en una lucha perpetua contra los molinos de viento: defender la libertad, buscar la igualdad, construir la fraternidad entre todos los seres humanos; practicar constantemente la tolerancia y el respeto mutuo; ser vigilante y perseverante en la preservación universal de los derechos humanos; ejercer el pensamiento libre y rechazar los dogmas, las ideas impuestas, los eslóganes y las respuestas preconcebidas; crear un espacio común de convivencia en el que las personas puedan encontrarse con dignidad e igualdad. Y, por supuesto, practicar el método que nosotros, los masones, utilizamos para construir nuestro interior y trabajar para ayudar a los demás.
En todo este engranaje complejo, la cultura es un éter electromagnético que atrae a aquellos que sucumben a su fascinación.
Hablábamos al principio del ejemplo del Imperio Romano, un "imperio masónico", por supuesto, en un sentido positivo, adogmático y no unificador, no puede ser concebido fuera de la cultura. Es la clave que desciende de la mente al corazón, está intrínsecamente ligada a los propósitos y la existencia de la masonería. La masonería eleva el símbolo al nivel del arte, ¿y el arte puede ser comprendido, sentido, percibido fuera de la cultura?
El trabajo de un masón consiste precisamente en liberar la belleza interior del espíritu de las ataduras naturales de la oscuridad. Para sacar a la luz esta belleza, la capa superficial de imperfección debe ser eliminada. Porque en la masonería, la cultura se encuentra con el conocimiento a través de la luz, un signo tanto de sabiduría como de pulido.
Hablar de masonería y cultura como si fueran conceptos separados y sin conexión es un enfoque fundamentalmente erróneo. Es como hablar del sol y sus rayos, de las alas y el vuelo, del agua y el río, del hombre y su alma, como conceptos separados y solo conectables tangencial y opcionalmente.
La cultura es para la masonería lo que las alas son para el vuelo. Así como un ala rota transforma el vuelo hacia las alturas en una caída vacía, de la misma manera, la alienación de la antorcha que ofrece la cultura conduce a una oscuridad del alma, lo que hará que cualquier pulido de la piedra sea un esfuerzo arduo y lleno de golpes dolorosos, ya que el martillo y el cincel golpearán sin cesar sin ver, y al final, en lugar de ver una piedra pulida, veremos a un pulidor lleno de heridas que no sanarán hasta que el mensaje catártico de la cultura no sea aceptado como parte esencial del viaje masónico.
En clave platónica, para un masón, la cultura es precisamente la capacidad que tuvo aquel que, al salir de la caverna, vio la realidad y no solo representaciones distorsionadas de ella. En clave artística, podríamos decir que es lo que Magritte intentó transmitir en "La traición de las imágenes" con su famoso cuadro "Esto no es una pipa".
Y si hace algún tiempo me preguntaba cómo se habría enfrentado Sísifo a su existencia y a su eterno rol de empujar la roca, si hubiera vivido de acuerdo a los preceptos masónicos, ahora me pregunto, si por un momento intentáramos pensar en la masonería fuera de la cultura, eliminando su componente cultural, ¿acaso la Arte Real se transformaría en el propio y eterno rol de Sísifo, rodando la roca infinitamente no por trabajadores sabios que tallan la piedra bruta con fervor, sino por Sísifos desesperados y caóticos?
No obstante, la masonería surge precisamente con este desafío de desapegarse de lo profano mundano, del hervidero de pasiones y quizás, hasta cierto punto, del progreso de la civilización. Dejar los metales en la puerta del templo nos hace recordar lo que decía Diógenes: "omnia mea mecum porto", es decir, llevamos con nosotros toda nuestra riqueza al templo. La cultura es lo que llevamos con nosotros, el depósito del cual extraemos las interpretaciones simbólicas, el crisol en el cual fundimos las experiencias, ideales, aspiraciones y valores masónicos para construir nuestro templo interior, que parafraseando al poeta latino Horacio, sea "aere perennius, regalique situ, piramidum altius" (más duradero que el bronce, más grandioso que los palacios reales, más alto que una pirámide).
Sociedades de libre pensamiento: su contribución al imaginario de Occidente (un caso de estudio): Una permanente llamada a la “técnica” impregna toda explicación sobre sus orígenes político-ideológicos. También vemos la manera como es estratificado el conocimiento que, en teoría, le pertenece o conforma su memoria colectiva: la estructura de grados. La tradición iniciática (que, por otra parte, es una reverberación, una excitación de la subjetividad) se suma a la inspiración técnica. Lo que permite proponer a la masonería (el caso de estudio del programa en Sociedades de libre pensamiento de la Fundación UNED) como un testimonio vivo de los temores y esperanzas que surcaron todo el proyecto moderno.
Esta es una propuesta elemental de marco teórico: La francmasonería, una tradición iniciática más una situación técnica (pero sin cosificación del sujeto y sus relaciones sociales) más una condición moderna.
Esto, necesariamente, acerca a la praxis masónica a una reflexión mucho más filosófica que religiosa; formando una pretendida escuela que toma elementos tanto míticos como racionales. Puede que similar al pensamiento expresado en Ortega y Gasset, tal vez los francmasones y francmasonas están anhelando una progresión desde el idealismo occidental hasta una alianza nova entre irracionalidad y racionalidad, para lograr una renovada visión total (sin resignación) del ser y sus fronteras, una derrota de los demonios, un dejar de esperar milagros, la caída de la zafiedad…
Estas fueron algunas de las cuestiones abordadas en el Curso en Sociedades de libre pensamiento: su contribución al imaginario de Occidente de la Fundación UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), que acabo hacia dos semanas su secunda edición . https://www.librepensamientofuned.org
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